Mi padre, yo y su otro yo: el hipocondríaco

Todas las mujeres del mundo, quieran o no, en algún momento de sus vida se cruzan o conviven con un hombre exasperante.
En mi caso, es mi padre.
Aunque de por sí es un hombre maniático, quisquilloso y pesado, últimamente todos esos calificativos se elevaron a la enésima potencia.
Resulta que está con carpeta médica y por tal motivo no va a trabajar.
Todo perfecto. ¡PERO YA VAN 2 MESES!
¿Che, cuándo viene la parte en que se iba, otra vez, todas las mañanas a trabajar? Por ahora, no sabe/no contesta.

Entre las mil manías que mi madre y yo le hemos descubierto, o redescubierto mejor dicho, nos topamos con la más cómica: es un tantito hipocondríaco y encima, se medica solo. (No se droga, ojo)
Es así:
- Che Má, me duele el ojo. No se, me estuvo titilando toda la mañana y ahora me empezó de nuevo- digo yo agarrándome un ojo y haciendo berrinchito como si mi madre fuera Harry Potter, quién con su varita mágica me puede cambiar el ojo por otro más tranquilito.
- Hay “Roci”, no se que decirte, no se que puedo hacer. Ya se te va a pasar- dice el vientre procreador con cara de resignación.
Desde el lugar más recóndito del departamento (véase: minúsculo) se escucha una voz masculina:
- ¿Qué te pasa “Roci”?- dice.
“Cagamos…”, -Nada Pá, me duele el ojo.
- ¿Te hiciste ver? Gorda, ¿fue al oculista?, tomate una aspirina.
UNA ASPIRINA. Qué boluda yo que no pensé en tomarme una aspirina para que se me pase la titilación del ojo… (¡¡Qué!?)

Bueno eso siempre es así. El “Hipoc” tiene sus recetas caseras. Como los chinos ¿vieron?
“Me duele el codo”, “Tomate una Aspirina”; “Me sangra el dedo”,”Tomate un Tafirol”; “Tengo hemorragia interna y me estoy muriendo”, “Tomate una de esas verdes que tomas vos (ibuevanol)”. O si no por cualquier dolor estomacal, tenemos a Urgencias tocándonos el timbre.
Pero bueno, yo lo tomo a joda; porque nunca le hago caso, para variar. Pero ojo, soy buena nena, me porto muy bien.

Ayer, mi madre hizo malabares para no llorar de la risa en otro de sus actos de maniático.
El Hipoc empezó el gimnasio. Yo lo atribuyo a que como no se anima a pelarse y ser “el pelado que se rapó y se volvió sexy”, quiere ser “el sesentón que tiene todo el estado físico”.
El chico del gym, al cual no quiero nombrar como Personal Trainer porque me inhibe, lo retó porque hacía los ejercicios muy rápido. Como siempre él todo apurado. Mi vieja, por su lado, esta juntando plata para hacer un monumento a Claudio, dicho “coach”.
Cuestión. ¡Estaba haciendo mucha fuerza!, ¡se podía lastimar! El Hipoc estaba en su salsa.
Y bueno, seguro se imaginan lo que pasó…
Afirmativo, se hizo buba el brazo. (O eso dice; yo quiero creerle)

Al otro día le RE dolía el brazo y corrió a su segundo hogar, “La Farmacia”, a comprarse una pomadita. Llegó chocho de la vida a casa; hasta los ojitos le brillaban. Se puso la crema e hizo lo que todo el mundo hace cuando le duele algún músculo del brazo… se lo envolvió con una bufanda. (¡¿?!) ¡Creo que rogaba por que le pongan un yeso!

Pero bueno, a pesar de este defectito, conjunto a un número más grande de otros, es una persona excelente y lo quiero. Porque es mi viejo, mi papi. Y aunque a veces me dan ganas de cambiarme de apellido, LO ADORO TAL Y COMO ES.



R.